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Domingo en Madrid; 5 Planes Increíbles para Disfrutar el Domingo en Madrid como Nunca Antes
Domingo en Madrid; 5 Ideas Sorprendentes para Vivir un Domingo Único en Madrid
Domingo en Madrid; Los domingos en Madrid pueden ser mucho más que un simple día de descanso. La ciudad ofrece un abanico de experiencias que combinan cultura, ocio, gastronomía y creatividad. Desde un brunch mágico en un jardín escondido hasta un paseo relajante por El Retiro, pasando por el bullicioso Rastro, la inspiración artística del Reina Sofía y la originalidad de pintar con vino en Wine Gogh. En esta guía te presentamos 5 planes sorprendentes para que vivas un domingo diferente, lleno de sensaciones y momentos especiales que transformarán el cierre de semana en una experiencia inolvidable. Porque Madrid, incluso en domingo, nunca se detiene.
Brunch en El Jardín Secreto de Salvador Bachiller: un oasis escondido en el corazón de Madrid
Madrid es una ciudad llena de rincones sorprendentes, y uno de los más encantadores para disfrutar un domingo es El Jardín Secreto de Salvador Bachiller. Este lugar, ubicado en plena Gran Vía, es mucho más que una cafetería: es una experiencia sensorial, un espacio que mezcla diseño, naturaleza y gastronomía.
Acceder al jardín ya es toda una experiencia. Subes por una tienda de decoración y moda, sin imaginar que en la última planta te espera un pequeño paraíso. Una vez dentro, te rodean plantas exóticas, muebles de mimbre, cojines florales y una atmósfera envolvente que te hace olvidar que estás en el centro de la capital.
El menú de brunch es amplio y variado, pensado para satisfacer todos los gustos. Desde huevos benedictinos con salmón hasta gofres con frutas frescas, pasando por tostadas de aguacate y zumos naturales. Todo servido con una presentación delicada y cuidada que invita a sacar el móvil para una foto.
El ambiente es íntimo y acogedor, ideal tanto para una cita romántica como para una mañana de charla entre amigos. Las mesas están distribuidas de forma que cada rincón parece un pequeño salón privado, con velas, manteles de lino y plantas que te rodean.
Una de las claves del éxito de este lugar es su decoración. Cada detalle está cuidadosamente pensado: desde las lámparas colgantes hasta los libros antiguos apilados en las esquinas. El espacio parece sacado de una película, perfecto para desconectar del ruido urbano.
Además del entorno, la atención al cliente destaca por su calidez. El personal es amable, discreto y atento. No hay prisas ni agobios: puedes disfrutar del brunch a tu ritmo, saboreando cada bocado, cada sorbo, cada momento.
La carta de bebidas es otro punto fuerte. Puedes acompañar tu brunch con café de especialidad, tés aromáticos o una mimosa bien fría. Si prefieres algo más sofisticado, su selección de cócteles también está a la altura, con opciones creativas y refrescantes.
En los días soleados, la terraza al aire libre es un auténtico lujo. Escondida entre plantas, permite disfrutar del cielo de Madrid mientras desayunas rodeado de vegetación. Incluso en días frescos, mantas suaves y calefactores garantizan una experiencia cómoda.
El Jardín Secreto también es perfecto para celebrar ocasiones especiales. Cumpleaños, aniversarios o simplemente un domingo que quieres hacer diferente. Es un lugar que transforma una comida en un recuerdo, un rato en una experiencia.
No es raro que muchos lo consideren uno de los spots más instagrameables de Madrid. La estética, la luz natural, los rincones fotogénicos y la cuidada vajilla hacen que cada visita sea única y visualmente inolvidable.
Lo mejor es reservar con antelación, especialmente los fines de semana, ya que la demanda es alta. A pesar de su popularidad, mantiene su esencia íntima y exclusiva, algo difícil de encontrar en lugares céntricos.
En definitiva, El Jardín Secreto de Salvador Bachiller es mucho más que un brunch. Es un plan completo que mezcla lo gastronómico con lo estético, lo íntimo con lo social, y lo cotidiano con lo mágico. Ideal para comenzar el domingo con calma, belleza y sabor.

Paseo y picnic en el Parque de El Retiro: naturaleza, arte y relax en pleno Madrid
El Parque de El Retiro es uno de los lugares más emblemáticos de Madrid y un plan perfecto para cualquier domingo. Situado en el centro de la ciudad, ofrece una combinación única de naturaleza, historia, arte y tranquilidad que conquista tanto a locales como a visitantes.
Uno de los mayores encantos de El Retiro es su capacidad para adaptarse a cualquier estado de ánimo. Puedes ir solo con un libro, en pareja a pasear de la mano, con amigos para hacer picnic o incluso con tu mascota a jugar por los senderos arbolados.
El paseo por el parque puede comenzar por la Puerta de Alcalá, una de las entradas más fotogénicas. Desde allí, el camino te lleva entre árboles centenarios, fuentes, estatuas y caminos de tierra que invitan a caminar sin prisa, respirando aire fresco.
Uno de los puntos más icónicos es el Estanque Grande, donde puedes alquilar una barca de remos y disfrutar de una vista diferente del parque. Es un plan divertido, romántico y perfecto para desconectar del ritmo urbano.
Cerca del estanque se encuentra el majestuoso Monumento a Alfonso XII, con su escalinata y columnas que rodean la estatua ecuestre. Es un sitio ideal para sentarte a observar la vida pasar mientras el sol se refleja en el agua.
Otro rincón imprescindible es el Palacio de Cristal, una estructura de hierro y cristal que parece flotar en medio de un pequeño lago. Alberga exposiciones temporales del Museo Reina Sofía, combinando arte contemporáneo con arquitectura y naturaleza.
Para el picnic, hay zonas amplias de césped donde puedes extender tu manta y disfrutar de un almuerzo al aire libre. Muchas personas llevan bocadillos caseros, frutas, empanadas o compran algo en los locales cercanos antes de entrar al parque.
Los árboles ofrecen sombra suficiente para evitar el calor, y el ambiente relajado hace que todo se sienta más lento, más amable. Es común ver grupos con guitarras, gente haciendo yoga, familias jugando o parejas simplemente compartiendo un momento.
El Retiro también es ideal para los amantes de la lectura. Puedes perderte en un buen libro bajo un árbol o incluso visitar la Biblioteca Eugenio Trías, ubicada dentro del parque, que ofrece espacios tranquilos y exposiciones culturales.
Si te interesa la botánica, el Paseo de las Estatuas o los Jardines de Cecilio Rodríguez son perfectos. Este último, con pavos reales paseando entre fuentes y flores, es uno de los rincones más encantadores y menos conocidos del parque.
Hay quioscos y cafeterías donde puedes tomar un café, un refresco o incluso una cerveza fría mientras disfrutas de la vista. También se alquilan bicis o patinetes, ideales para recorrer el parque de una forma distinta y más dinámica.
Los domingos en El Retiro tienen algo especial: la mezcla de calma y vida. Es un espacio donde puedes reconectar contigo, disfrutar del sol, y sentirte parte del pulso tranquilo de una ciudad que también sabe cómo descansar.
El acceso es gratuito, y al estar tan bien ubicado, es muy fácil llegar desde cualquier punto de Madrid. Además, es seguro, amplio y perfecto para todas las edades, lo que lo convierte en una opción versátil y siempre acertada.
En resumen, un paseo y picnic en El Retiro es una forma perfecta de disfrutar el domingo. Te conecta con la naturaleza, ofrece múltiples actividades y te regala momentos de paz en medio de la ciudad. Un clásico madrileño que nunca pasa de moda.

Rastro y vermut en La Latina: tradición, sabor y ambiente castizo en un solo plan
El plan de domingo por excelencia en Madrid es perderse por el Rastro y terminar en La Latina con un vermut y unas tapas. Es una experiencia que mezcla lo tradicional con lo espontáneo, ideal para descubrir la ciudad con todos los sentidos.
El Rastro es el mercadillo más famoso de la capital y uno de los más antiguos de Europa. Cada domingo, las calles del barrio de Embajadores se llenan de puestos, coleccionistas, turistas y madrileños en busca de tesoros.
Desde primeras horas de la mañana, puedes recorrer la calle Ribera de Curtidores y sus alrededores. Hay de todo: ropa vintage, vinilos, antigüedades, libros, cámaras analógicas, muebles, herramientas, curiosidades y objetos que no sabías que querías.
Parte de la magia del Rastro está en lo inesperado. No es raro encontrar un candelabro de época junto a una camiseta de los años 80 o una cámara de fotos soviética al lado de una caja de Playmobil. Cada paso es una sorpresa.
Además de los puestos callejeros, hay tiendas permanentes que solo abren los domingos, auténticos refugios para los amantes de lo retro, el diseño antiguo o la decoración con historia. Algunas llevan décadas en el barrio.
Una vez hayas recorrido el mercadillo, llega el momento de pasar a La Latina, el barrio más castizo para tapear y relajarte. Las calles Cava Alta y Cava Baja concentran algunos de los bares más míticos y con más solera de la ciudad.
El vermut de grifo es el protagonista del mediodía madrileño. Fresco, con su rodaja de naranja y una aceituna, es el acompañante perfecto para una ronda de tapas. Puedes probarlo en locales como La Concha, Casa Lucas o Bodegas Ricla.
Las tapas son variadas y sabrosas. Desde callos a la madrileña, croquetas cremosas, tortillas jugosas o gildas bien montadas. Lo importante es compartir, probar un poco de todo y dejarse llevar por el ambiente festivo.
En La Latina, el domingo tiene ritmo propio. La gente charla en las terrazas, las calles se llenan de vida, hay músicos tocando en las esquinas y siempre se respira un aire de domingo relajado y feliz.
Lo bonito de este plan es que no hace falta ir con prisa. Puedes alargar el vermut, repetir en otro bar, o simplemente pasear por la zona mientras el día avanza sin presión. Es un ritual que combina lo urbano con lo social y lo gastronómico.
Si buscas una vista panorámica, puedes terminar en alguna de las azoteas cercanas, como la del Mercado de la Cebada o la de El Viajero. Desde allí, el atardecer sobre los tejados del casco antiguo es una postal única de Madrid.
El Rastro y La Latina forman una dupla que resume muy bien el alma de la ciudad. Historia, sabor, tradición y vida callejera se dan la mano en este plan dominguero tan típico como irresistible.
Es una forma de conectar con la esencia más castiza, disfrutar del momento y terminar la semana con energía y alegría. No importa cuántas veces lo hagas: siempre hay algo nuevo por ver, saborear o descubrir.

Tarde cultural en el Museo Reina Sofía: arte, historia y emoción en cada sala
Disfrutar de una tarde de domingo en el Museo Reina Sofía es una experiencia que combina cultura, emoción y reflexión. Ubicado en pleno corazón de Madrid, es uno de los museos más importantes de arte contemporáneo en Europa.
Una de las mejores noticias es que los domingos a partir de las 13:30 la entrada es gratuita. Esto lo convierte en una opción accesible para todos, ideal para quienes quieren disfrutar del arte sin preocuparse por el bolsillo.
El museo ocupa un antiguo hospital del siglo XVIII, remodelado y ampliado con estructuras modernas. Sus pasillos, patios y salas combinan lo clásico con lo vanguardista, creando un recorrido visualmente atractivo y funcional.
El alma del Reina Sofía es el Guernica de Pablo Picasso, una obra monumental y cargada de simbolismo. Verla en persona es sobrecogedor, no solo por su tamaño, sino por la fuerza emocional que transmite cada trazo.
Junto al Guernica, hay bocetos, estudios previos y obras complementarias que permiten entender el proceso creativo del artista. Es una oportunidad única de ver la evolución de una obra maestra desde dentro.
Además de Picasso, el museo alberga piezas de Salvador Dalí, Joan Miró y muchos otros artistas que marcaron el arte del siglo XX. Las salas están organizadas por épocas y temáticas, facilitando un recorrido comprensible y enriquecedor.
Una de las joyas menos conocidas del museo es su colección de carteles, fotografía y cine experimental. Estas piezas revelan cómo el arte se mezcló con la política, la sociedad y los conflictos del siglo pasado.
El Reina Sofía también apuesta por el arte contemporáneo más actual. Hay exposiciones temporales de artistas emergentes y figuras internacionales que invitan a reflexionar sobre temas como la identidad, la memoria o el medio ambiente.
El edificio cuenta con varios patios interiores llenos de esculturas y rincones tranquilos donde sentarse. Son perfectos para descansar, tomar aire o simplemente dejar que lo visto repose en la mente.
Subiendo a las plantas superiores, se encuentra la terraza con vistas al entorno de Atocha. Desde allí, el paisaje urbano adquiere otra dimensión, con el contraste entre historia, arte y movimiento cotidiano.
Dentro del museo hay una librería muy bien surtida con libros de arte, diseño y pensamiento contemporáneo. Es ideal para llevarse un recuerdo diferente o profundizar más en lo que has visto durante la visita.
También hay una cafetería donde puedes hacer una pausa y comentar lo vivido. Tomarte un café tras ver el Guernica o una instalación moderna permite que el arte se convierta en conversación, en experiencia compartida.
El Reina Sofía no solo es un museo: es un espacio vivo donde el arte habla del mundo, del pasado y del presente. Una tarde allí puede inspirar, emocionar o incluso cambiar la forma en que ves tu entorno.
Visitarlo en domingo tiene su encanto especial. La luz que entra por sus cristaleras, la tranquilidad de sus salas y la libertad de recorrer sin prisas lo convierten en un plan perfecto para cerrar la semana con belleza e introspección.
Ya sea en solitario, en pareja o con amigos, una tarde en el Reina Sofía deja huella. Es una invitación a detenerse, observar y sentir. Porque el arte, como los buenos domingos, se disfruta sin mirar el reloj.

Wine Gogh Madrid: arte, vino y desconexión en una experiencia creativa única
Si buscas un plan diferente para terminar el domingo en Madrid, Wine Gogh es la opción perfecta. Este espacio fusiona pintura y vino en una experiencia envolvente, artística y relajante que conquista desde el primer momento.
Ubicado en el centro de la ciudad, Wine Gogh ofrece talleres guiados donde puedes pintar tu propio cuadro mientras disfrutas de una copa de vino. No hace falta experiencia previa: lo importante es dejarte llevar por la creatividad y pasarlo bien.
El ambiente está diseñado para estimular los sentidos. Luces suaves, música envolvente y un espacio que combina galería de arte con estudio artístico. Todo está pensado para que te sientas cómodo y libre para expresarte con pinceladas.
Cada sesión tiene una temática distinta. Puedes recrear obras famosas como “La noche estrellada” o dar vida a paisajes, animales o composiciones abstractas. El instructor guía paso a paso, pero hay libertad total para reinterpretar.
Mientras pintas, puedes disfrutar de una cuidada selección de vinos. Tintos, blancos o rosados, todos elegidos para acompañar la experiencia creativa. Es una combinación que estimula la inspiración y añade un toque lúdico al proceso.
Lo mejor de Wine Gogh es su atmósfera relajada. Aquí no hay juicios ni exigencias técnicas. Solo ganas de desconectar, de experimentar, de compartir y dejarte llevar por los colores y las sensaciones que surgen en cada trazo.
Es un plan ideal para hacer en pareja, con amigos o incluso solo. Muchas personas se apuntan por curiosidad y terminan encontrando una forma nueva de expresarse, sin presión y con una copa en la mano.
El personal es cercano y amable. Ayudan en todo momento, sin interrumpir el proceso creativo. Además, el material está incluido: lienzos, pinceles, pinturas acrílicas y delantal. Tú solo llegas y creas.
Wine Gogh también tiene un enfoque sensorial: algunas sesiones combinan proyecciones, aromas y música para crear una experiencia inmersiva. El arte se vive no solo con la vista y el tacto, sino también con el oído y el olfato.
Al finalizar, puedes llevarte tu obra a casa. Es un recuerdo único y personalizado, creado por ti, que conserva la energía de una tarde distinta. Muchos visitantes repiten solo por volver a sentirse en ese estado de calma creativa.
Las plazas son limitadas y suelen llenarse rápido, así que conviene reservar con antelación. La web permite elegir fecha, tipo de pintura y horario, lo que facilita encontrar el momento perfecto para tu plan dominguero.
Wine Gogh es más que una actividad: es una pausa para ti. Un espacio donde se funden arte y placer, y donde el domingo se convierte en un momento de conexión con lo que llevas dentro.
Salir de la rutina, soltar el móvil y sumergirte en la pintura y el vino es una manera fantástica de cerrar la semana. El estrés se disuelve entre colores, y lo cotidiano se convierte en algo extraordinario.
En Madrid hay muchas formas de pasar un domingo, pero pocas tan originales y reconfortantes como Wine Gogh. Una experiencia que mezcla lo cultural, lo sensorial y lo humano en un mismo lienzo.
