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Bares de tapas Madrid: 3 Sorprendentes Bares de Tapas en Madrid que Tienes que Conocer
Madrid es una ciudad que se saborea tanto como se recorre. Cuenta con numerosos Bares de tapas Caminar por sus calles es descubrir una historia viva que se mezcla con aromas, texturas y conversaciones en voz alta, generalmente alrededor de una barra repleta de platos pequeños. Tapear en Madrid no es solo comer, es participar de un ritual cultural donde cada bocado tiene un contexto, un origen y una personalidad.
La capital de España ha elevado el arte de la tapa a un nivel donde tradición, innovación y emoción se encuentran en perfecta armonía. Desde tabernas que han resistido siglos hasta espacios que reinventan la forma de disfrutar, cada rincón ofrece una versión distinta del tapeo madrileño. Y lo mejor es que esta diversidad no divide: se suma, se celebra, se vive.
En Madrid, tapear es sinónimo de compartir. Es pedir varias raciones para picar entre todos, es beber de pie junto a desconocidos que acaban siendo parte de la experiencia. Es el barullo, la alegría y el sabor unidos en pequeños platos que dicen mucho con muy poco. Y cada barrio tiene su lenguaje, su estilo, su propuesta para este arte urbano y gastronómico.
Entre las joyas más valoradas de la capital se encuentra Bodega de la Ardosa, una taberna que respira historia desde 1892. Situada en el corazón de Malasaña, este local conserva la esencia del Madrid de antaño: su barra de estaño, sus paredes cubiertas de botellas y esa atmósfera que solo se consigue con el paso del tiempo. Aquí, una tortilla puede tener más personalidad que un plato de autor.
A pocos pasos de la Puerta del Sol, otra institución sigue marcando el ritmo del tapeo tradicional: Casa Labra. Fundada en 1860, es famosa por haber sido el lugar donde se fundó el PSOE, pero también por sus emblemáticas tajadas de bacalao. Su estética intacta, su barra de mármol, y su sistema de pago a la antigua refuerzan esa sensación de haber entrado en un trozo de historia madrileña.
Pero no todo en Madrid es mirar hacia atrás. La ciudad también se atreve a innovar, a fusionar disciplinas y crear propuestas únicas. Es el caso de Wine Gogh, una experiencia diferente donde las tapas se acompañan de pinceles, copas de vino y lienzos en blanco. Aquí, la creatividad no solo se sirve: se pinta, se celebra, se convierte en recuerdo.
Bodega de la Ardosa – Tapas castizas en una taberna con alma
Ubicada en pleno corazón de Malasaña, la Bodega de la Ardosa es uno de los grandes templos del tapeo madrileño. Fundada en 1892, esta taberna centenaria ha visto pasar generaciones de madrileños y visitantes que buscan algo más que una tapa: buscan una experiencia con sabor a historia.
El local conserva su estética original, con una barra de estaño, techos altos, suelos antiguos y estanterías repletas de botellas. La atmósfera es cálida y auténtica, con ese encanto de lo viejo que no necesita artificios para impresionar. Cruzar la puerta es hacer un pequeño viaje al Madrid más castizo.
Una de las tapas estrella de la Ardosa es su tortilla de patatas, considerada por muchos como una de las mejores de Madrid. Jugosa, con cebolla caramelizada y perfectamente cuajada, es una obra maestra que se sirve recién hecha. Cada bocado se convierte en un homenaje a la tradición.
Otra delicia que no puede faltar son sus croquetas de jamón ibérico. Cremosas por dentro y crujientes por fuera, están elaboradas de forma artesanal y con un sabor profundo que deja huella. Perfectas para acompañar con un vermut de grifo, otro de los grandes protagonistas de la casa.
Además, la carta incluye una selección de embutidos, conservas, ensaladilla rusa y salmorejo que completan una oferta equilibrada y sabrosa. No hay nada sofisticado, pero sí hay excelencia en cada plato. Aquí lo importante es la calidad del producto y el respeto por la receta tradicional.

Casa Labra – Bacalao, historia y tapas junto a Sol
Casa Labra no es solo un bar de tapas; es una parte viva de la historia de Madrid. Fundado en 1860, este establecimiento centenario se encuentra a escasos metros de la Puerta del Sol. Aquí se fundó el Partido Socialista Obrero Español, lo que convierte cada visita en un paseo entre política, tradición y gastronomía castiza.
La fachada mantiene su estética de otra época: madera oscura, letras doradas y una entrada que invita a descubrir un Madrid más auténtico. Dentro, el ambiente es animado, con comensales que se agolpan en la barra para degustar las tapas que han dado fama al local durante más de 160 años.
El bacalao rebozado es la estrella indiscutible. Se sirve en pequeñas porciones recién hechas, con un rebozado fino y crujiente que encierra un pescado jugoso y sabroso. El éxito está en la sencillez y la calidad del producto. Este plato ha traspasado generaciones y sigue siendo el favorito de muchos.
Acompañando al bacalao, las croquetas también merecen mención especial. De textura cremosa y sabor intenso, son el complemento perfecto para una caña bien tirada o un vino de la casa. El mostrador de mármol blanco se llena de pequeñas delicias que invitan a repetir.

En Casa Labra, el bacalao se convierte en protagonista absoluto. Crujiente por fuera, tierno por dentro, y acompañado de croquetas o una caña bien tirada, es una muestra clara de que la tradición sigue viva y deliciosa. Este lugar atrae a turistas, curiosos y madrileños de siempre. Todos vienen a lo mismo: saborear un Madrid que no necesita cambiar.
Wine Gogh – Tapas con pinceles en un plan diferente
Wine Gogh Madrid no es solo una experiencia gastronómica, es un evento para todos los sentidos. Este espacio innovador ha conseguido fusionar arte, vino y tapas en una propuesta diferente, perfecta para quienes buscan algo más que salir a comer. Aquí, tú eres el artista, mientras saboreas tapas selectas con una copa en la mano.
La dinámica es sencilla y encantadora. Al llegar, te recibe un ambiente bohemio y creativo, con música suave, pinceles preparados y copas de vino listas para brindar. Cada asistente tiene su lienzo, su paleta de colores y la guía de un artista profesional que te acompaña paso a paso.
La experiencia dura unas dos horas, y durante ese tiempo no solo pintas, también comes. Las tapas están diseñadas para no interrumpir el proceso artístico: fáciles de tomar, variadas y sabrosas. Puedes encontrar desde hummus con crudités hasta tostadas gourmet, embutidos ibéricos o queso curado.
Este plan es ideal para quienes quieren romper la rutina. Se puede venir en pareja, con amigos, en familia o incluso solo. No hace falta tener conocimientos de pintura: la idea es disfrutar, desconectar y dejarse llevar. El ambiente favorece la risa, la conversación y la creatividad compartida.
Wine Gogh ofrece una experiencia distinta que combina lo mejor del tapeo con el placer de crear. Es una forma fabulosa de descubrirte mientras saboreas. Aquí, cada pincelada va acompañada de un bocado y cada copa inspira un nuevo trazo.
